lunes, 2 de mayo de 2016

Las dos caras: una fábula para trabajar la escala de grises de los más pequeños

Comparto este cuento que he escrito junto a dos compañeras, Elena y Merche, destinado a alumnos de 4 a 7 años, más o menos. Se trata de un cuento que podemos representar, con tres personajes (un oso, una cebra y el propio narrador, participante).

La historia es una adaptación que mezcla nuestra propia traducción del poema Zebra Question de Shel Silverstein y de la fábula Las dos caras del blog Bosque de Fantasías.

Nuestra historia nos recuerda que no vivimos en un mundo en blanco y negro, sino que debemos aprender a mirarnos a nosotros mismos en una escala de grises. Como en este proyecto, podemos ser maderas y violines, violines y maderas, al mismo tiempo. 

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¡Niñas y niños! ¡Madres y padres! ¡Abuelos, tíos, primos y sobrinos! Bienvenidas y bienvenidos a nuestro zoo. Un zoo con muchos animales. Una animalada, vamos. Usted, joven, ¿cuál es su animal favorito? ¿Y el tuyo, niña? Anda, el mismo que el mío.


Nuestro zoo no es un zoo cualquiera. Os diré que en él destacan varios animales por sus rarezas. Incluso algunos se han hecho amigos con el tiempo. ¡Sssss! ¡Silencio! Escuchemos sobre qué charlan ese oso y esa cebra. ¡Atended, atended!


OSO: - Y tú, amiga cebra, siempre sabia,
¿eres blanca con rayas negras
o negra con blancas rayas?
CEBRA: - ¿Tú eres triste pero dichoso, oso,
o más bien feliz pero lloroso?
¿Tú eres limpio pero asqueroso, oso,
o a veces guarro pero lustroso?
¿Tú eres torpe pero mañoso, oso,
o más bien hábil pero patoso?
¿Tú eres movido pero perezoso, oso,
o a veces vago pero latoso?
¿Tú eres valiente pero temeroso, oso,
o eres cobarde pero valeroso?
NARRADOR: Y así siguió una y otra vez la cebra,
dándole y dándole a la hebra.
OSO: - Si lo sé no pregunto. Es que nunca se calla.
Paso de cebras, que me rayan con sus rayas.


Dejadme presentaros a mi amigo el oso, un animal fuerte y grande. Nunca le hemos medido, pero dicen que parece tener casi tres metros de largo y que su fuerza podría aplastar a cualquier persona. Nuestro amigo el oso siempre quiere demostrar una gran valentía ante los demás.

OSO: Soy el oso más valiente y fuerte del mundo mundial.
¿Acaso existirá alguien capaz de hacerme frente en algún lugar?
vacilaba frecuentemente el oso, aplaudido por todos los animales del zoo que solían acobardarse con su mera presencia.

Sin embargo, a espaldas del oso valiente, todos discutían en la búsqueda de un remedio que atemorizara al animal, a nuestro oso, por raro que fuese, convencidos de que algo tenía que acobardarlo.

CEBRA: Pensáis mal, muy mal.
Yo que provengo de países peligrosos,
nunca vi a ningún animal
que ante algo no fuese temeroso.


Así habló la cebra, considerada una sabia entre sus compañeros de zoo. La creyeron, pero aún así se dedicaron a buscar sin éxito qué podría dar miedo a un oso tan valeroso.

Cayó la noche, una noche muy oscura, repleta de nubes. Comenzó una gran tormenta. Los relámpagos eran inmensos y venían acompañados de truenos que hacían temblar la superficie de la tierra y las jaulas. Y cuál fue la sorpresa de los animalillos del bosque al observar que el oso temido y valiente estaba arrinconado en su jaula, aterrorizado con el estruendo de aquella tormenta, pidiendo auxilio con fuertes y lastimosos rugidos.

OSO: Ayudadme, animales compañeros.
Ayudadme, que con estos truenos se me encrespa el pelo.
No quiero ser un oso frito. Por favor, ¡qué paren ya esos truenos!

El oso gritaba, lloraba y no durmió en toda la noche, tal era su miedo. Algunos de sus compañeros, se burlaban de él.

A la mañana siguiente, el oso miraba a todos avergonzado: ¡ya no parecía tan fiero!

OSO: ¡Ya no soy el oso valeroso que todos respetaban!
se dijo a sí mismo el oso quejumbroso.
Los que ayer me tenían miedo, anoche se desternillaban.

CEBRA: ¡Vaya, vaya con el oso valeroso!
¡Si resulta que es temeroso!
Pero, ¿y qué más da?
Yo soy bueno y animoso
Pero peco de ingenioso.
A mí me gustan los colores
Pues negro y blanco me dan dolores.
Estos niños que te miran,
Si les asustan, correrían.
Escúchame, amigo oso,
¡no te asustes por no ser grandioso!
Asústate por ser alguien
a quien todavía no conozco.

Y gracias a la cebra, que siempre estaba rumiando sus ideas, el oso aprendió una gran lección:

OSO: Todos los animales dos caras tenemos.
No importa que seamos grandes,
no importa que seamos pequeños.
Oscuridad, tormentas, leones, …
¡Todos a algo tememos!
Los miedos son parte de mí:
aprenderé a vivir con ellos.


Y colorín, colorado. Este cuento se ha acabado.

Pagad la entrada del zoo si os ha gustado.


Adaptación del cuento: A. del Mazo, E. Zotes y M. Álvarez

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