Comparto este cuento que he escrito junto a dos compañeras, Elena y Merche, destinado a alumnos de 4 a 7 años, más o menos. Se trata de un cuento que podemos representar, con tres personajes (un oso, una cebra y el propio narrador, participante).
La historia es una adaptación que mezcla nuestra propia traducción del poema Zebra Question de Shel Silverstein y de la fábula Las dos caras del blog Bosque de Fantasías.
Nuestra historia nos recuerda que no vivimos en un mundo en blanco y negro, sino que debemos aprender a mirarnos a nosotros mismos en una escala de grises. Como en este proyecto, podemos ser maderas y violines, violines y maderas, al mismo tiempo.
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¡Niñas y niños! ¡Madres y padres! ¡Abuelos, tíos, primos y
sobrinos! Bienvenidas y bienvenidos a nuestro zoo. Un zoo con muchos animales.
Una animalada, vamos. Usted, joven, ¿cuál es su animal favorito? ¿Y el tuyo,
niña? Anda, el mismo que el mío.
Nuestro zoo no es un zoo cualquiera. Os diré que en él
destacan varios animales por sus rarezas. Incluso algunos se han hecho amigos
con el tiempo. ¡Sssss! ¡Silencio! Escuchemos sobre qué charlan ese oso y esa
cebra. ¡Atended, atended!
OSO: - Y tú, amiga cebra, siempre sabia,
¿eres blanca con rayas negras
o negra con blancas rayas?
¿eres blanca con rayas negras
o negra con blancas rayas?
CEBRA: - ¿Tú eres triste pero dichoso, oso,
o más bien feliz pero lloroso?
o más bien feliz pero lloroso?
¿Tú eres limpio pero asqueroso,
oso,
o a veces guarro pero lustroso?
o a veces guarro pero lustroso?
¿Tú eres torpe pero mañoso, oso,
o más bien hábil pero patoso?
o más bien hábil pero patoso?
¿Tú eres movido pero perezoso,
oso,
o a veces vago pero latoso?
o a veces vago pero latoso?
¿Tú eres valiente pero temeroso,
oso,
o eres cobarde pero valeroso?
o eres cobarde pero valeroso?
NARRADOR: Y así siguió una y otra vez la cebra,
dándole y dándole a la hebra.
dándole y dándole a la hebra.
OSO: - Si lo sé no pregunto. Es que nunca se calla.
Paso de cebras, que me rayan con sus rayas.
Paso de cebras, que me rayan con sus rayas.
Dejadme
presentaros a mi amigo el oso, un animal fuerte y grande. Nunca le hemos
medido, pero dicen que parece tener casi tres metros de largo y que su fuerza
podría aplastar a cualquier persona. Nuestro amigo el oso siempre quiere
demostrar una gran valentía ante los demás.
OSO: Soy el oso más valiente y
fuerte del mundo mundial.
¿Acaso existirá alguien capaz de hacerme frente en
algún lugar?
– vacilaba frecuentemente el oso, aplaudido
por todos los animales del zoo que solían acobardarse con su mera presencia.
Sin embargo, a espaldas del oso valiente, todos discutían en
la búsqueda de un remedio que atemorizara al animal, a nuestro oso, por raro
que fuese, convencidos de que algo tenía que acobardarlo.
CEBRA: Pensáis mal, muy mal.
Yo que provengo de países peligrosos,
nunca vi a ningún animal
que ante algo no fuese temeroso.
Así habló la cebra, considerada una sabia entre sus compañeros
de zoo. La creyeron, pero aún así se dedicaron a buscar sin éxito qué podría
dar miedo a un oso tan valeroso.
Cayó la noche, una noche muy oscura, repleta de nubes.
Comenzó una gran tormenta. Los relámpagos eran inmensos y venían acompañados de
truenos que hacían temblar la superficie de la tierra y las jaulas. Y cuál fue
la sorpresa de los animalillos del bosque al observar que el oso temido y
valiente estaba arrinconado en su jaula, aterrorizado con el estruendo de
aquella tormenta, pidiendo auxilio con fuertes y lastimosos rugidos.
OSO: Ayudadme, animales compañeros.
Ayudadme, que con estos truenos
se me encrespa el pelo.
No quiero ser un oso frito.
Por favor, ¡qué paren ya esos truenos!
El oso gritaba, lloraba y no durmió en toda la noche, tal era
su miedo. Algunos de sus compañeros, se burlaban de él.
A la mañana siguiente, el oso miraba a todos avergonzado: ¡ya
no parecía tan fiero!
OSO: ¡Ya no soy el oso valeroso que todos respetaban!
– se
dijo a sí mismo el oso quejumbroso. –
Los que ayer me tenían
miedo, anoche se desternillaban.
CEBRA: ¡Vaya, vaya con el oso valeroso!
¡Si resulta que es
temeroso!
Pero, ¿y qué más da?
Yo soy bueno y animoso
Pero peco de ingenioso.
A mí me gustan los
colores
Pues negro y blanco me
dan dolores.
Estos niños que te
miran,
Si les asustan,
correrían.
Escúchame, amigo oso,
¡no te asustes por no
ser grandioso!
Asústate por ser
alguien
a quien todavía no
conozco.
Y gracias a la cebra, que siempre estaba rumiando sus ideas,
el oso aprendió una gran lección:
OSO: Todos los animales dos caras tenemos.
No importa que seamos
grandes,
no importa que seamos
pequeños.
Oscuridad, tormentas,
leones, …
¡Todos a algo tememos!
Los miedos son parte de mí:
aprenderé a vivir con
ellos.
Y colorín, colorado. Este cuento se
ha acabado.
Pagad la entrada del zoo si os ha
gustado.
Adaptación del cuento: A. del Mazo, E. Zotes y M. Álvarez
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